Heredero formal del Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores en Brasilia, el edificio sede de la Editorial Mondadori en Milán, añade al prisma de hormigón una forma sinuosa sobre una lámina de agua.
Niemeyer trabajó en dos proyectos. Una vez que Mondadori visitara el Palacio de Itamaraty, contrastando con la imagen corporativa de este tipo de empresas, asociada al concepto estadounidense de empresa se decantaron por el segundo proyecto del arquitecto brasileño.
Fue ubicado en el barrio de Segrate, entre via Rivoltana y via Mondadori, en los alrededores de Milán, Italia, en dirección a Verona y próximo al aeropuerto de Linate.
Junto a un lago de 20.000 metros cuadrados destaca el edificio principal de la sede editorial, un cuerpo prismático que cuelga de la estructura porticada con arcos de distintas luces que crean un ritmo irregular en las fachadas.
En el interior dos núcleos de circulación vertical conectan los cuatro niveles de planta libre en que se divide la superficie del edificio, más los pilotis y la cubierta. El uso de colores en las oficinas otorga identidad a cada área.
En el volumen más bajo, en un extremo, está el comedor, el bar y las tiendas y en el otro la redacción, con forma más libre y dividida en dos plantas que sugieren el vació de una “piazza” italiana.
Aunque el principio de construcción es el mismo que en el palacio de Brasilia, un volumen acristalado contenido en una estructura mayor en columnata de hormigón visto, un espejo de agua como complemento arquitectónico y la distribución del espacio en dos volúmenes, Itamaraty y Mondadory son muy diferentes.
En lugar de la planta cuadrada y de las cuatro fachadas iguales del edificio brasileño, en Milán, Niemeyer creó un pabellón rectangular de 200×30 metros orientado en el sentido norte-sur. El volumen acristalado, protegido por la carcasa de hormigón, también es diferente, en Brasil es independiente, aislado de la arquería, mientras que en Milán la caja de vidrio está colgada con tirantes al pórtico, formado por las dos líneas estructurales de las fachadas mayores, que poseen un sugerente ritmo irregular, variando los vanos de luz entre tres y quince metros.
Según palabras del arquitecto: “manteniendo las arquerías con luces desiguales, en el ritmo diferente, casi musical que las caracteriza”.
Este volumen es más bajo y está atravesado transversalmente por una forma sinuosa. Al frente, con una forma más circular, el volumen está envuelto por el espejo de agua y parece flotar “como una hoja de sauce ondulada”
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