PLANOS
LUZ CONFINADA
La materia esencial de la arquitectura es la luz, sin ella no existirían «los volúmenes bajo el sol» ni los espacios interiores. Este proyecto se construye con materiales sencillos, repetitivos y prefabricados: cimentación, pilares, vigas, forjados, y fachadas…, pero se piensan y proyectan sumergidas en un medio luminoso. El interior de la terminal de pasajeros se convierte en una experiencia luminosa, en una manera de confinar la luz, en una caja capaz de modelar, dirigir y matizar la luz solar. Podríamos definir el proyecto de arquitectura de muchas formas diferentes, pero siempre obtendremos estancia iluminada.
Quizá una de las cualidades primigenias de la arquitectura sea la densidad, su capacidad para compactar, «empaquetar», espacios. Cuando proyectamos sobre un espacio inexistente de un nuevo puerto, de cualidades concretas y determinadas, podemos optar por fragmentar la unidad inicial mediante divisiones que multiplicarán la unidad, sin embargo, existen otra opción cómo la de circunscribir espacios dentro de espacios. De esta forma un mismo punto en el espacio pertenece simultáneamente a diferentes categorías espaciales. Es desde la práctica proyectual desde la que podemos obtener mayores ventajas de estos espacios concéntricos, capaces de superponerse manteniendo sus condiciones geométricas, dar carácter a espacios en el interior de otros espacios que permanecen identificables como espacios autónomos. Desde el vacío arquitectónico esta condición de espacios circunscritos convierte a los espacios menores en objetos.
A partir de un rectángulo inicial podemos obtener porciones de éste, fragmentándolo mediante divisiones dentro de sus límites. Podemos emplear divisiones aleatorias o conforme a una estrategia formal, ello solo condicionará la forma de estas porciones, pero no la esencia de la división. El rectángulo mantiene su forma externa, pero pierde sus medidas internas, se ha fragmentado de manera que su longitud y ancho inicial sólo pueden ser recompuestos mediante la suma de las distancias interiores; es el rectángulo inicial el que mantiene la entidad de los fragmentos y que difícilmente podrían éstos tener autonomía fuera del rectángulo. El mismo rectángulo puede ser dividido superponiendo formas geométricas completas de distinto tamaño, como si introdujéramos una dentro de otra, en este caso el espacio interior del rectángulo inicial mantiene sus dimensiones máximas, longitud y ancho, permitiendo la «estancia» en su interior de figuras autónomas entre sí, donde las opciones formales de fragmentaciones diferentes son infinitas.
La terminal de pasajeros elige un lugar, situándose en la nueva ampliación del puerto de playa blanca desde la orientación (N‐S) como eje rectangular que ordena los espacios que lo rodean, generando un paso desde el exterior al interior. Para simplificar este juego formal consideramos sólo el rectángulo inicial y los cuadrados interiores de menor tamaño, que podrán viajar en el interior del rectángulo creando diferentes condiciones espaciales según sus posiciones.
Como indica el título, es la luz (de Lanzarote) la que unida a la materia aporta la realidad a nuestro medio. Todos los objetos que nos rodean, incluida la arquitectura, podrían considerarse elementos sumergidos en un mar de luz. A diferencia de los objetos, la arquitectura confina la luz, la obliga a traspasar fronteras y reflejarse en un interior. La luz se hace presente cuando está apresada, confinada en el interior de esta arquitectura y es este material luminoso el que da vida a esta arquitectura, la convierte de un objeto inerte en algo vivo y cambiante. El día con sus continuos cambios luminosos encuentra en el interior arquitectónico formas distintas de percepción.
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